|
Teología Mística
Dionisio Areopagita
(Fragmentos de Los Nombres Divinos y otros escritos, de Dionisio Areopagita.
Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2007)
Qué cosa sea la divina tiniebla
I
Trinidad sobreesencial, sobre todas las cosas, divina y bondadosa, guía de cristianos en la teosofía, condúcenos al conocimiento de los oráculos místicos, por encima de todo conocimiento, indemostrables en grado sumo, por encima de toda luz, allí donde los misterios de la teología, simplicísimos, absolutos e inmutables, se abren en la tiniebla luminosísima de un silencio lleno de arcanos conocimientos; silencio que en la
tenebrosísima oscuridad brilla con la mayor luz, y en todo, intangible e invisible, inunda nuestra mente, cegada con la belleza de sus resplandores.
Que éstas sean mis plegarias; mas tú, oh caro Timoteo, esfuérzate en el ejercicio de las contemplaciones místicas, dejando (el ejercicio) de los sentidos y de las operaciones intelectuales, y no sólo lo que es sensible e inteligible sino también aquellas cosas que son y aquellas que no son, para que de manera indemostrable, en cuanto es posible, puedas unirte mediante el no-conocimiento con Aquel que es anterior a la esencia y a todo conocimiento; y así, saliendo de ti mismo, y abandonando todas las cosas en un impetuoso impulso, libre y puro, seas elevado hacia los rayos de tinieblas sobreesenciales de la divina oscuridad, después de haber todo abandonado y de haberse despojado de todo.
II
Vela para que estas cosas no sean oídas por los ignorantes; me refiero a aquellos que se adhieren a las cosas naturales, no imaginando que más allá de la naturaleza exista (la realidad) sobreesencial, y que creen que, mediante sus propios conocimientos, pueden aprehender a Aquel que puso su retiro en las tinieblas.
Pero si la doctrina de estos divinos misterios sobrepasa la capacidad de estos hombres, ¿qué diremos de aquéllos que aún son más rudos ya que designan la suma Causa de todas las cosas por medio de las más bajas cosas del universo, diciendo que Ella es sobrepujada por estos simulacros impíos de múltiples formas, las cuales imágenes ellos mismos hicieron cuando, con referencia a esta Causa -como Causa de todo-, habría que atribuirle más bien todas las afirmaciones y todo lo positivo de todos los entes?
Mejor dicho, conviene negarlo todo radicalmente ya que esta Causa es preexistente y trasciende todas las cosas -y aquí no juzgamos que exista contradicción entre la afirmación y la negación-, ya que esta Causa es anterior a todas las cosas y existe por encima de toda afirmación o negación.
III
Por esta misma razón, el divino Bartolomé dijo que la teología era copiosa y mínima y que el Evangelio era amplio y magno y también conciso. Y de aquí, a lo que a mí me parece, habiéndolo comprendido de forma excelente, dice ser la benigna Causa de todas las cosas formada de múltiples y de breves palabras y absolutamente silenciosa, no poseyendo para ella ni discurso ni inteligencia, ya que sobrepasa superesencialmente a todo lo creado y se manifiesta al descubierto y verdaderamente a aquellos solos que pasan a través de lo que es puro e impuro y trascienden a lo más alto con difícil ascenso y, dejando toda iluminación divina, y todos los sonidos y palabras celestes, son absorbidos por la Tiniebla, donde verdaderamente reside, tal como dice la Escritura, Aquel que está más allá de todas las cosas.
Y no sin razón, al divino Moisés se le ordenó primeramente purificarse, y después, que se apartara de los no purificados, y después de todas las purificaciones oyó múltiples trompetas y vio muchas luces emanando rayos puros e innumerables: y después, separado de la multitud (acompañado) de sacerdotes escogidos, ascendió a lo más alto de la montaña divina. Pero allí no se encontró con el mismo Dios ni pudo verlo (ya que es invisible), sino sólo vio el lugar donde El estaba.
Esto, creo, significa que las cosas más divinas y elevadas que pueden ser vistas y comprendidas son aquellas razones que están por debajo de aquella Mente, sujetas a El, anterior a todas las cosas; a través de las mismas se hace patente su Presencia, la cual escapa a cualquier operación de la mente, permaneciendo en las supremas alturas de sus lugares santísimos; entonces, liberado y despojado de todas aquellas cosas (facultades) que ven y de todas aquellas que son vistas (despojado del mundo sensible y del mundo intelectual), él (Moisés) es asumido en la verdadera tiniebla mística de la incognoscibilidad, de la cual se excluye cualquier aprehensión racional, permaneciendo en Aquel que, de cualquier manera ni modo, no puede ser tocado ni visto, permaneciente a Aquel que está más allá de todas las cosas y no perteneciéndose ya más a sí mismo, ni a nada ni a alguna cosa; ligado por su parte más noble a Aquel que es absolutamente incognoscible mediante la cesación de todo conocimiento; y en esta incognoscibilidad total conoce, ya que conoce mediante un conocimiento supramental.
*
De cómo conviene unirse y dar alabanzas al autor de todas las cosas, El que está por encima de todo
Deseamos penetrar en esta luminosa oscuridad, más allá de la luz, y poder ver y conocer mediante la negación de la visión y del conocimiento a Aquel que existe más allá de la visión y del conocimiento, a Aquel al que no podemos ver ni conocer; así alcanzaremos la verdadera visión y conocimiento y la alabanza sobrenatural de Aquel que es supraesencial, mediante la negación de todas las cosas, como aquellos que, extrayendo una estatua del mármol, arrancan todo aquel material de la superficie que impedía la clara visión de las formas latentes (en el interior del mármol) y mediante esta sola ablación, manifiestan su oculta y genuina belleza.
Conviene, sin embargo, a lo que juzgo, distinguir estas negaciones de un modo absolutamente contrario a las observaciones (positivas); así, para aquéllas (las afirmaciones positivas), comenzamos por lo universal y primario, y -pasando a través de los medios y los extremos-, llegábamos a lo particular y último; aquí, verdaderamente (para la vía negativa), ascendemos de lo particular a lo universal, abstraemos todos (los atributos) para que podamos conocer, por medio de la revelación, aquellas cosas incognoscibles que están escondidas en todas las cosas, para todos aquellos que tienen conocimiento, y podamos así penetrar en aquella sobrenatural tiniebla que se oculta para toda la luz que existe en las cosas.
*
De cómo Aquel que es autor de modo excelente de todas las cosas sensibles, no es nada de las cosas sensibles
Decimos, sin embargo, que la Causa universal y que está por encima de todas las cosas no tiene esencia, ni vida, ni razón, ni mente, ni posee cuerpo, ni figura, ni cualidad, ni cantidad, ni anchura, ni está en algún lugar, ni tiene vista, ni tacto sensible, ni puede sentir, ni está bajo los sentidos, ni admite cualquier desorden o perturbación excitada por pasiones materiales, ni está sometida a la debilidad por causa de lo sensible, ni existe faltada de luz, ni con cambios o corrupciones o debilidades, ni fluye (o se derrama), ni es nada de las cosas que son, ni posee el ser, ni nada posee.
*
De cómo Aquel que es autor de las cosas inteligibles de un modo excelente, no es nada de las cosas inteligibles
De nuevo, ascendiendo aún más alto, decimos que no tiene ánima, ni mente ni imaginación, ni opinión ni razón ni inteligencia; ni es palabra (logos), ni intelige, ni habla ni comprende, ni es número ni orden ni magnitud, ni pequeñez, ni igualdad ni similitud ni disimilitud; ni permanece ni se mueve, ni permanece inmóvil, ni tiene potencia, ni es potencia (ni es esencia de un ser = dynamis), ni es luz, ni vive, ni es la vida, ni tiene sustancia, ni posee la eternidad (ni es eterno), ni tiene tiempo, no hay en El tacto inteligible (capacidad de comprensión), ni ciencia ni verdad, ni reino, ni sabiduría, ni lo uno, ni la unidad, ni la divinidad, ni bondad, ni es espíritu -tal como nosotros conocemos a los espíritus-; ni existe en El filiación ni paternidad, ni nada de aquellas cosas que por nosotros o por cualquier otro ser existente puedan ser comprendidas; ni
es nada de aquellas cosas que no existen ni ninguna de las que existen; ni ninguna cosa de las que existen puede conocerle tal como es ni El conoce las cosas existentes tal como son (para nosotros); ni existe para El razón ni nombre ni conocimiento; ni existe en El tiniebla ni luz, ni error ni verdad; ni en absoluto puede afirmarse de El algo positivo o negativo; por el contrario, cuando digamos algo positivo o negativo de todas aquellas cosas que están por debajo de El, ni le afirmamos ni le negamos, ya que esta Causa trasciende sobre todas las afirmaciones y es Causa única de todas las cosas; y es trascendente más allá de cualquier negación, apareciendo simplicísima por encima de todas las cosas, y más allá del todo.

|
|