Ein-Sof y sefirot: lo que El podría haber querido
y lo que El ha querido


Moshe Hayyim Luzzatto


(Fragmento del diálogo El Filósofo y el Cabalista, de Moshe Hayyim Luzzatto.
Ediciones Indigo, Barcelona, 1998)



Cabalista.- Así pues el Emanador, bendito sea Su nombre, está dotado de voluntad, puesto que ha querido y quiere. A partir de ahora podremos hablar de El desde dos puntos de vista: desde Su esencia y desde Su voluntad. ¿Estás o no de acuerdo?


Filósofo.-
Ciertamente se puede hablar de cualquier cosa a partir de sus atributos esenciales, así, en lo concerniente al hombre, el hombre es llamado "sujeto de las categorías", lo que quiere decir que sus cualidades serán llamadas su o sus atributos. De este modo podrá hablarse del hombre desde el atributo que está en él y, por estar versado en la Torah, decir de él que es sabio o caritativo. Éstos son los atributos esenciales a partir de los cuales se puede hablar de cualquier cosa que se encuentre en él mismo.


Cabalista.-
Nos está prohibido hablar de la esencia del Emanador, bendito sea Su nombre, y tampoco nos es del todo necesario abordar esta cuestión, pues nos basta con conocer Su existencia. Y sabiendo que El es la perfección absoluta, que es todopoderoso, sabemos lo que debemos conocer sobre El; y nos está prohibido hablar de Su esencia por si al hablar de ella dijésemos que es algo distinto de lo que en realidad es. Por ello ya no hablaremos más de su esencia, sino tan sólo de su voluntad, pues ésta nos es más cercana, y tenemos el derecho a hablar de ella por haber aceptado no hablar más de Su esencia.


Filósofo.-
Es bueno hablar de Su voluntad, pero ¿qué puedes decir sobre ella? En efecto, Su voluntad es infinita, Su pensamiento es infinito, si esto es así, ¿qué podrás hacer con un objeto de reflexión que no tiene ni límite ni fin?


Cabalista.-
Justamente esto es lo que quería oír: que reconocieras que Su voluntad y Su pensamiento no tienen fin. A partir de ahora no podrás esquivar ni sustraerte a lo que quiero que comprendas. Dime, te lo ruego, si verdaderamente crees en la retribución y en la punición, pues éste es uno de los principios de la fe. Respóndeme también a lo siguiente: si hay actos por los que el Santo, bendito sea, quiere recompensar a sus autores, y otros por los que quiere castigarlos; que hay un tiempo en el que El eleva, y otros en los que hace descender, un tiempo durante el que El empobrece y otro durante el que enriquece. En consecuencia, la voluntad de hacer el bien, la voluntad de hacer el mal, la voluntad de hacer subir y la de hacer bajar son parte de su voluntad.

Y todo esto sigue un orden, pues hay un orden en la dirección del mundo. Por ello podremos hablar de todo esto sin temor, pues con ello no nos referimos en absoluto a su esencia, bendito sea su nombre. En definitiva, éstos son los atributos de su voluntad que podremos estudiar para conocerlos con certeza.


Filósofo.-
Ciertamente podremos examinarlos, y sobre esto está dicho: "Esos son los extremos de los caminos divinos".


Cabalista.-
Lo que dices es cierto. Pero ahora dime: ¿la manera por la que ha creado el mundo es la única posible? En realidad, no podrías afirmar una cosa así, pues podría haberlo creado con una sola palabra, y, sin embargo, lo creó a partir de diez palabras. Decir que no hubiera podido crear más criaturas de las que ha creado, o que no habría podido darles más forma que la que tienen, sería también imposible, pues tú también reconoces que El es todopoderoso.

Por ello diremos que tras haber examinado atentamente Su voluntad, bendito sea Su nombre, vemos que es todopoderosa, sin límite ni fin. Y sin embargo, hemos descubierto que en el presente obra de manera finita, cumpliendo una acción limitada en función del servicio de los hombres, y que todo depende del número de actos.

Del mismo modo, la creación del mundo ha sido hecha según los límites que El ha querido establecer, y no según toda Su potencia ni según Su infinitud, pues si hubiera creado según toda Su potencia y Su infinitud, las criaturas también habrían sido infinitas. Por ello diremos con certeza que es menester comprender dos cosas en Su voluntad: aquello que podría haber querido y aquello que ha querido. Lo que podría haber querido no tiene límite ni fin, y lo que ha querido está medido y limitado por Su voluntad. ¿Es cierto todo esto?


Filósofo.-
Sí, se trata verdaderamente de un hecho que no se puede refutar.


Cabalista.-
Ahora debemos asignar nombres a estos grados para que nos sea posible hablar de ellos, pues sin nombres no es posible hablar de las cosas ni distinguir las unas de las otras convenientemente. Los nombres que los cabalistas han dado a estos dos aspectos son "Ein-Sof", bendito sea, y "sefirot".

Ein-Sof, bendito sea, es la voluntad tal y como hubiera podido ser, aquélla que no tiene ni término, ni medida, ni fin; las sefirot son aquello que El ha querido, con límite, y aquello que está constituido por los atributos particulares que El ha querido. Así, se dice por ejemplo: la piedad, y la cólera, ..., la bondad, el rigor y la misericordia con todos los detalles de sus modalidades. Estas son precisamente las que son llamadas por nosotros sefirot, es decir, atributos de la voluntad. No aquéllos que están en El considerados en Su esencia, puesto que El es todopoderoso, sino aquéllos que El ha querido para crear Su mundo, para ellos y a través de ellos, para dirigirlo con orden y límite. Nosotros no vamos a decir absolutamente nada de Su absoluta potencia, puesto que no tenemos parte alguna en ella y nos es desconocida y nos está prohibido ocuparnos de ella, según está dicho: "Acerca de aquello que es más extraordinario que tú, no te hagas preguntas", pues la razón no debe hacer preguntas más que sobre aquello que está a su alcance. Por ser limitada no puede alcanzar aquello que no lo es, por lo que lo debe dejar a un lado.

Se trata aquí de los atributos limitados y particulares que la voluntad misma ha querido, éstos son los que nosotros intentaremos comprender a fin de alcanzar cuál es Su objeto, cómo ha sido producida la Creación por medio de ellos y cómo es gobernada desde ellos, cuál es Su finalidad y en qué medida les conciernen los mandamientos y cómo éstos están orientados hacia esos atributos. En fin, se trata de todo lo que interviene en la dirección del mundo en todo lugar, puesto que esta dirección depende por completo de ellos.


Filósofo.-
Tus palabras son buenas y tu explicación me satisface. Además estas premisas son precisas e imposibles de refutar. Pero, sin embargo, no creo que a través de ellas puedas rendir cuenta de toda la Ciencia, pues no veo en todo esto ninguna apertura por la que puedan introducirse la gran cantidad de cosas difíciles y extrañas que he descubierto. Y lo que me dices me supone aún algunos problemas, puesto que dijiste que las sefirot eran luces, y lo que acabas de decir no parece sostener lo mismo.


El Ein-Sof y las sefirot son llamados luces


Cabalista.-
La voluntad tomada en Su conjunto será llamada radiación, y el Ein-Sof, bendito sea, luz simple, y las fuerzas de Su voluntad serán llamadas luces.


Filósofo.-
Esto es lo que se llama hablar de manera alegórica, ya que estas cosas no tienen ninguna existencia salvo en el pensamiento.


Cabalista.-
Ahora mismo estás extraviándote en tu reflexión. Lo que te diré a continuación te lo diré a modo de introducción general para todas las cosas de las que trata la Ciencia: aquél que quiere comprender todo lo concerniente a las sefirot, debe tener presente en su espíritu el alma humana y sus facultades. El alma no es tan sólo un concepto sino que es una fuerza real. En efecto, es una fuerza sutil que jamás alcanza los sentidos, pero sea como sea se trata de una fuerza; y todas las facultades y atributos que contiene son en ella cosas reales, no parábolas, y son elementos reales incluso en su constitución. Ahora comprende esto: la existencia del Emanador es a todas luces indudable, Su voluntad tiene una existencia cierta que es Su radiación, pues ésta es aquello que la sustancia luminosa desprende y emana de sí misma. Por ello se llama radiación a aquello que quiere el maestro único, pero se dirá que se trata de una radiación simple, es decir, que no es idéntica a aquella luz inferior que es una cosa material que procede de El, bendito sea Su nombre, sino que, por el contrario, es extraña a toda materialidad. Se trata pues de una luz simple que es luz en tanto que se asemeja a la luz; pero si se la considera tal y como realmente es, es simple en relación con la esencia de nuestra luz.

Las fuerzas de esta voluntad son luces y son tan reales como las facultades lo son en la misma alma. Aquí están las fuerzas de la voluntad que cumplen las acciones en el mundo.


Filósofo.-
Muy bien; así pues, en resumidas cuentas, las sefirot son las fuerzas de la voluntad superior limitada, aquéllas que El ha querido y por las cuales tienen lugar todas las acciones. Acaba con lo que tienes que decir acerca de la Creación, la Formación y la Fabricación.

 



 

 

 

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